La Canción del Jardinero (otra lectura)


Estaba escuchando la canción del jardinero, que ya siempre me recordará el acto de egresados del Jardín "Mis Manitos" (ese cálido segundo hogar de mi pequeña durante los últimos tres años), y pensando en tan linda letra y en como María Elena le canta a quien es feliz sembrando la tierra y cultivando la vida, se me dio por pensar que quizás puede no ser tan literal, más bien una hermosa metáfora que nos describe el trabajo y  los sueños de las maestras jardineras. Veamos:

La “seño” es ese duende fiel que sabe hacer sonar el cascabel y conoce el color exacto de pincel para sacar una sonrisa al pequeño que ese día se ve triste. Es guardiana de toda esa “pandilla de flores” y doctora experta en curitas ante alguna rodilla raspada, siempre atenta, entre juegos de dominó y demás, a escuchar alguna tos.
 
Así que cuando sus pequeños crecen con los días, la lluvia y el sol, y una vez llegado el momento, se alejan con gracia de bailarines egresados hacia nuevas etapas, ella se queda ahí quieta en la tierra de su salita, sintiendo las raíces en los pies y un poquito de tristeza de no poder acompañar a sus florcitas viajeras, pero feliz con el sueño de ver un país mejor, florecido con esos futuros hombres y mujeres de bien que siendo pequeños retoños ayudó a crecer, en un futuro que quizás la encuentre arrugadita como una nuez, pero con muchos muchos recuerdos dulces como la miel.

Finalmente, y por si alguna mente ignorante no tan poco común cree que un gran señor es un señor doctor o ingeniero o brigadier y no alguien que enseña a los niños, es bueno que sepan que maestros y maestras jardineras en sus salitas rojas, verdes y amarillas día tras día cuidan de la infancia, ese “tesoro mejor” con mucho, mucho, pero mucho AMOR.



Aquí la letra Original de María Elena Walsh:

Mírenme, soy feliz 
entre las hojas que cantan 
cuando atraviesa el jardín 
el viento en monopatín. 

Cuando voy a dormir 
cierro los ojos y sueño 
con el olor de un país 
florecido para mí. 

Yo no soy un bailarín 
porque me gusta quedarme 
quieto en la tierra y sentir 
que mis pies tienen raíz. 

Una vez estudié 
en un librito de yuyo 
cosas que sólo yo sé 
y que nunca olvidaré. 

Aprendí que una nuez 
es arrugada y viejita, 
pero que puede ofrecer 
mucha, mucha, mucha miel. 

Del jardín soy duende fiel, 
cuando una flor está triste 
la pintó con un pincel 
y le toco el cascabel. 

Soy guardián y doctor 
de una pandilla de flores 
que juegan al dominó 
y después les da la tos. 

Por aquí anda Dios 
con regadera de lluvia 
o disfrazada de sol 
asomando a su balcón. 

Yo no soy un gran señor, 
pero en mi cielo de tierra 
cuido el tesoro mejor 
mucho, mucho, mucho amor

Dedicado a todas las maestras jardineras, desde el fondo del corazón



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